13/2/08

Espejito, espejito


A veces olvido como es mi rostro. ¿Tú lo recuerdas?, (el tuyo quiero decir). O de otro modo, ¿cómo eres tú en realidad? ¿Quién eres? ¿Te conoces verdaderamente? Porque aunque no lo queremos reconocer, estamos "movidos" un poco por diversas circunstancias y factores que parecen querer llevarnos por donde quieran demostrando o deformando lo que creemos que somos.

He escuchado hablar de integridad en términos de ser el mismo dondequiera. Creo que eso es un poco apresurado, o en todo caso, puede ser malentendido. Tú no hablas igual con el mendigo que con tu amigo, tampoco con el niño o el ladrón. Pero no solo las personas. También los diversos entornos en los que nos movemos, y las cosas que realizamos, nos hacen actuar diferente. ¿En qué consiste entonces "ser el mismo"? En ocasiones pude haber sido muy flemático. Otras fuí un sanguineo. Y si Pablo me ayuda, dirá: "a los judíos me hice judío y gentil a los gentiles". Un hombre culto como él podía ser muy refinado con los refinados. Pero también podía encontrarse bien con los rudos y simples.

¿Cuál es esa característica de la personalidad que se mantiene gobernando las variantes? ¿Qué gobierna nuestras actitudes frente a cada persona, circunstancia o labor? Pues creo que son nuestros principios. Nuestras certezas. Nuestras convicciones. Pero aquellas que se han quedado en el corazón y que cultivadas, han llegado a "formatear" nuestras almas. Tú eres lo que crees. Es decir, eres lo que siembras (o lo que dejas que otros siembren en tu corazón). Luego eres lo que dices y lo que haces. La conciencia continua y permanente de lo que crees es agua que riega tu siembra. Y esa siembra, regada, produce una cosecha: tus obras.

A veces no actuamos como lo que somos. Cuando las aves se arrastran no se convierten en gusanos, pero pueden parecerlo. ¿Qué hace la oveja revolcándose en el cieno? Si lo vieras, te extrañaría. pero luego puedes suponer que en su mente, no es muy consciente de lo que es. Puede que haya vivido entre cerdos y aprendió sus costumbres. O puede que habiendo sido cerdo piense que aun lo es. Por supuesto, si me entiendes, no hablo de ovejas ni cerdos. Hablo de personas que a veces olvidan lo que son, o no tienen clara conciencia de ello. Y entonces se portan como todos los demás, siguiendo la corriente de este mundo. Puede que su entorno los fuerce un poco. El roce social o la pandilla, la tv o el grupito élite. Como quiera que sea.

¿Quién eres? ¿Qué posees? ¿Lo sabes realmente? Te propongo lo siguiente: Que lo que eres no sea estático. Debes estar en contínua transformación. Luego, que conforme a la verdad que perfecciona, dejes que la Palabra de Dios forje tu alma, (créela, recuérdala, escúchala, medítala, pronúnciala). Después, recuerda en quién has creído. Y por ultimo, recuerda que lo que eres un instante importa si te dejas formar a Su imagen y semejanza.

Es sencillo. No se trata de ser como somos. Se trata de ser mejores. Se trata no de mirarnos y recordarnos tal como éramos sino de mirar lo perfecto (o más bien al Perfecto) y procurar ser como El es. Como lo dice Santiago:

  • Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace. Santiago 1:21-25.

El espejo puede ser como la ley. Te muestra a veces que no eres como debieras o quisieras. Pero también te puede envanecer en tu propia justicia. Así que, aunque mires el espejo, mejor mira la VERDAD. No importa que tan bello/a o que tan feo/a seas. Embellecerás más y más...


Bendito Jesús de Nazareth