27/8/09

Mi Filón

“Qué cosa fuera la masa sin cantera”, entonaba sentenciando una cantora. Pero aunque cuando joven escuchaba esas canciones que me enrolaban en pos de un ejército diferente, recordé especialmente esta cuando poco antes vino a desafiarme mi propia identidad desde la Escritura:
“Oídme, los que seguís la justicia, los que buscáis a Jehová. Mirad a la piedra de donde fuisteis cortados, y al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados. Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz; porque cuando no era más que uno solo lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué.” Isaías 51:1-2.
Ese es mi origen. Uno que dejó su nación, quedándose sin pueblo y sin saber adónde iba. Uno que podía renunciar a su único y amado hijo para contarme en su descendencia y habitar extranjero entre extraños viendo suya la tierra. Uno que podía vencer sin temer a nada y honrar con su botín agradecido al Señor que le llamó. Una estéril que me grita que no es del hombre la batalla y que puedo esperar los imposibles. Entonces he podido velar por la salida del sol después de la noche fría. He podido reír después de llorar por el beso traicionero de un amigo. He podido confiar en el Dios de mi justicia y mis anhelos.
Yo soy hijo de Abraham y de Sara. Yo sé bien cuál es mi pueblo y cuál es mi destino:
“Ciertamente consolará Jehová a Sion; consolará todas sus soledades, y cambiará su desierto en paraíso, y su soledad en huerto de Jehová; se hallará en ella alegría y gozo, alabanza y voces de canto.” Isaías 51:3.
Bendito El Eterno que nos favorece.

"Conmigo danza" de Paul Wilbur. La canta con Susana Allen.

9/8/09

Un ay para la buena fama

A nadie le agrada que se hable mal de su persona. Podemos decir que hasta se entablan juicios por calumnias, que a veces implican encarcelamiento para el ofensor. No obstante, aun cuando el Señor nos aconseja a procurar una buena relación con todos, así como un buen testimonio, también nos ha advertido:
  • ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas.
Entonces, ¿temeremos que se hable mal de nosotros? De ninguna manera. Encomendándonos a la Gracia de Dios, sigamos haciendo el bien, delante y para Aquél que nos amó y se entregó a si mismo por nosotros, amándole también, y más que a los que amamos, más aún que a nuestra incólume imagen pública.