29/9/16

La pronunciación del Nombre de Dios - YHWH

He notado que mucha gente se pregunta si el Nombre de Dios debe pronunciarse Jehova o Yahweh. Yo creo que los dos son legítimos, aunque debo decir que hay algo más importante que saber pronunciar adecuadamente el bendito Nombre. 
Veamos en orden este asunto. Primero, usted debe saber que el hebreo, idioma en el que se escribió el Antiguo Testamento, tenía el Nombre de nuestro Dios escrito sin vocales. Las consonantes son YHWH. ¿Cómo pronunciar el Nombre sin vocales?
Como el pueblo judío por mucho tiempo no pronunció el Nombre, por temor y reverencia, luego se perdió la pronunciación. En su lugar, decían otras palabras como Adonai. Y algunos introdujeron las vocales de Adonai y las unieron a YHWH, de modo que resultó en algo como YaHoWa. Luego, de un idioma a otro, resultó en Jehová. 
Hoy, la mayoría afirma que la mejor forma de pronunciarlo es YaHWeH. Y es verdad que se han encontrado registros arqueológicos que lo confirman. 
No obstante lo anterior, también debe considerarse que ela Biblia Hebraica Stuttgartensia, se puede leer  el nombre de Dios con el sonido "Yehovah", (por ejemplo en Génesis 3:14). Y eso se debe a que en el Códice de Leningrado B19A, (Codex Leningradensis, L), catalogado como "Firkovich B 19”, y que se ha usado para la Biblia Hebraica Stuttgartensia (BHS), las vocales del Tetragrámaton permiten leer "Yehwáh", "Yehwíh" y varias veces "Yehowáh"
O sea que en lugar de hacernos problemas por esto y pretender que unos estamos mejor que otros, aceptemos que las dos formas son correctas, en tanto nadie podrá decir a ciencia cierta si una es la que en verdad usaban los judíos de tiempos bíblicos. Felizmente no hay registro que afirme que nuestro Señor o los apóstoles pronunciaron el Nombre de algún modo. 
¿Y qué es más importante que esto, según dije al inicio? Saber lo que significa para nosotros este bendito Nombre. Eso, mis amados hermanos y amigos. 

13/9/16

Amar, o no amar

Pienso que esta vida es una especie de prueba y que sólo se espera una respuesta de parte nuestra. Que decidamos amar.
Los asuntos éticos, los del derecho y la política, la ciencia y el arte. Todo estaría radiante si aprendiésemos a cultivar y decidir el amor.
La compasión, la humildad, la valoración, el perdón... la alegría y la felicidad, son frutos del amor.
El amor es una fuerza poderosísima. Invencible. Es Dios mismo. Por eso, el que ama cree. Porque la vida puede mas que la muerte, y porque el que ama lo sabe.
Amar o no amar. Este es el verdadero dilema.
El amor es lo mejor. Y Jesús lo ha venido a revelar en su plenitud.

10/9/16

El temor de Dios: vital, esencial, necesario y urgente

Cualquier sociedad, para ser saludable, necesita el temor* de Dios. Los valores, cuando son relativos, no sirven de mucho. 
Por qué he de hacer eso o evitar lo otro? Y lo que es bueno para uno puede ser malo para otro. Así, la falta de convicción y unicidad debilita esa sociedad. 
Es cierto que la mayoría puede imponer criterios a una minoría, pero lo que no procede de una convicción es débil.
Podemos, por ejemplo, procurar inculcar el respeto a la mujer. Pero los medios, que por un lado procurarán adoptar eso, de otro lado también denigran a la mujer. No sólo exponiéndola sino difundiendo pensamientos y conceptos que la degradan. Allí están las canciones, especialmente las de cierto género musical. Están los chistes, está el Internet con la pornografía y los diversos "servicios".
Al lado contrario, quienes pretenden"solucionar" el problema procurando que las niñas sean cada vez menos femeninas y los varones menos masculinos. Pero nada de eso cambia lo que es realmente necesario. Porque no se trata de cambiar los roles o la personalidad, o de seguir confundiendo los géneros en una vasta gama. Se trata de complementariedad y amor.
Siempre que dejemos a Dios de lado, los valores serán relativos. No tendrán la fuerza necesaria para sustentar la conducta de la sociedad, ni para forjar una cultura permanente. Se desvanecen ante otra superior. Y esa cultura superior demostrará que posee valores firmes, convicciones. Ya lo dijo nuestro hermano Francis Schaeffer y también lo intuyó Toynbee, aunque sin relacionarlo con el reino de Dios. 
A veces las dictaduras pueden pretender o fingir que tienen valores firmes. Pero llega el momento en que su fuerza, que solo es aparente, cae deshecha bajo el juicio del fuego. Es decir, toda sociedad y toda cultura es puesta a prueba. Y aunque eso va produciendo una dialéctica histórica, al mismo tiempo nos enseña. 
Los que aprenden, temen a Dios. Estos son sabios. Y prevalecen. Su sociedad, su cultura, es fuerte. Eso es la verdadera Iglesia. 

*El temor de Dios es el respeto supremo y sublime, la reverencia y la sujeción, el amor que nos lleva a someternos con humildad y alegría a Él.