3/8/12

El que todo lo ve


Entonces llamó el nombre de Jehová que con ella hablaba: Tú eres Dios que ve; porque dijo: ¿No he visto también aquí al que me ve? Génesis 16:13.
 La sierva de Abraham, Agar, está viviendo una situación angustiosa. Desesperada, ha dejado la casa de sus amos, porque al fin y al cabo, ella es solo eso: una esclava. Pero Dios se revela a ella en el camino. La llama por su nombre y le muestra que hay planes para ella, su hijo y su descendencia. Cosas que ella ni se imaginaba tenía el Señor reservadas. Entonces, ella llama al Señor "El Roí", (Dios me ve). Recién ahora es conocido para ella que esos pensamientos de desasosiego, esos sentimientos depresivos y su nula expectativa de vida han sido vistos y conocidos por Dios. Aunque ella es una esclava ante los ojos de los hombres, Dios no la deja de lado.
Frecuentemente, cuando recordamos que Dios todo lo sabe, que todo lo ve, tendemos a asociarlo con nuestra culpa, con las acusaciones de nuestra conciencia y el hecho de que un día nuestras obras serán puestas a la luz, y seremos juzgados, no solo tomando en cuenta esas acciones sino considerando sus secretos, sus motivaciones, como afirma el apóstol Pablo (Romanos 2:16). Pero note usted que no es lo único que Dios ve. El también ve nuestras aflicciones, nuestros sueños frustrados, nuestra escasa consideración de su amor para con nosotros. Y no pocas veces nos sale al encuentro para decírnoslo. Claro, si usted lee bien, notará que es nada menos que el ángel de Yahweh el que se revela a ella. Pero Dios usa también otros ángeles para hablarnos. Y siempre traerán a nosotros palabras de Dios que revelan no solo que Dios nos conoce, sino sobre todo, que nos ama.
Arregle cuentas con Dios y ordene sus caminos. El todo lo ve. Luego, deposite su confianza en El, porque el también ve la aflicción de nuestro corazón y nos salva. Ya lo ha dispuesto todo.


13/7/12

Amar es comprometerse

"No necesitamos papeles firmados para amarnos"... Esa es la razón aparentemente tan desprejuiciada y romántica que convence no pocas veces a las parejas. Como siempre digo, no prescindirían de los "papeles" cuando se trate de su título de propiedad, o sus cheques. Los papeles en estos casos son importantes, porque constituyen una especie de sacramento. Representan compromisos. Y es quizá esa la razón por la que mucha gente huye de tales cosas. Le tienen miedo al compromiso. 
El temor al compromiso es solo el miedo al amor. No importa cuán "romántica" sea una persona, no sabe de amor si no sabe de compromiso. Sus frases amorosas o floridas, sus poemas y halagos serán solo palabrería barata. 
Por ejemplo, cuando alguien se une a otra persona en convivencia lo hace "solo mientras exista amor". ¿Lo entiende usted? ¿A qué se refieren? ¿A la fidelidad? También eso considera el matrimonio. ¿Se refieren al sentimiento de atracción y placer del uno por el otro? Bueno, eso es tan endeble... que no se si llamarle amor. Pero sobre todo, ¿dejarán que una entrega total, su tiempo precioso y aún la vida de los hijos dependan de algunos sentimientos tan variables y cambiantes? 
Nuestra sociedad está enferma. Y buena parte de esa enfermedad tiene que ver con el miedo al compromiso. Vea usted cuántas personas amargadas como fruto de la falta de amor paterno... solo porque alguien no se comprometió. La mayoría de ellos prefiere criar animalitos que no les den lata. ¿Hijos? Huyen porque no lo soportan. no soportan el estar "atados" a un compromiso. Y el temor a esa responsabilidad es sencillamente eso: falta de amor. 
De hecho, los negocios van mejor con papeles firmados. Y hay cosas más importantes que esos negocios mercantiles. Cuando apostamos por la convivencia y la responsabilidad que conlleva la administración de bienes, pero sobre todo la fidelidad y la crianza de hijos mutuos, ¿cómo dejarlo a los sentimientos y al azar? 
Pero note usted, que si la iglesia en nuestros días tiene una crisis, es porque muchos "cristianos" están pensando que es suficiente con afirmar "yo creo en Jesús" y luego vivir como si fueran cualquier otra cosa menos cristianos de verdad. Pero, ¿dónde está la Iglesia si deja de ser congregación? ¿Y dónde las palabras de Jesús respecto a que las puertas del hades no prevalecerían contra su Iglesia? Ahora bien, aún si usted discrepa respecto al compromiso que debemos asumir con la Iglesia, hablemos de nuestro compromiso con Jesús. El estableció un pacto con nosotros. El no busca personas con creencias. El quiere verdaderos adoradores. Y por el compromiso, por la responsabilidad que estos tienen para con él, a esta iglesia se le llama la Novia de Cristo, o la Esposa. Jamás será la conviviente. Jamás nuestra fe en Jesucristo será tan endeble que dependa de circunstancias o sentimientos cambiantes. El es el Fiel. Y nosotros hemos de ser como él. 

Carlos Vergara
δουλος ιησου χριστου, κλητος αποστολος
*... a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente... Gal.3:16

6/6/12

El agua y el oro

Al parecer, en nuestro país se viene dando una pugna debido a malos entendidos conceptuales o de información, muy semejantes a los que se dan en la Iglesia cristiana en cuestiones teológicas o doctrinales. Lo digo porque por un lado, muchos cajamarquinos prefieren el agua y no el oro. De otro lado, muchos cristianos afirman también que debemos cuidar la sana doctrina sin aceptar a la llamada teología de la prosperidad.
Lo que no ven unos y otros, es que se pueden aceptar las dos cosas. No son antagónicas ni excluyentes necesariamente. Cajamarca puede tener agua limpia, potable, saludable, y tener oro al mismo tiempo. Es solo cuestión de diálogo y acuerdos.
Los agitadores aprovechan la desinformación, la falta de conocimiento. Entonces, se debe realizar una profunda reforma educativa, que hace rato clama por ser tomada en cuenta. Pero no solo desde los colegios, porque no estoy hablando solamente de programas educativos escolares, sino en las calles, desde los diarios y radio emisoras. Una educación verdadera que se predique con el corazón comprometido.
Casi cualquier evangélico sabe predicar y defender su fe. Conoce las Sagradas Escrituras. Pero nuestros compatriotas, ¿saben defender su gobierno, o las bases ideológicas o filosóficas de la democracia y el principio de autoridad, o de lo conveniente que resulta el orden?
Yo creo firmemente en la bendición de Dios en todos los ámbitos de la vida. No soy un idealista. Toda mi infancia y juventud he vivido en la pobreza. He sufrido muchas cosas como para convertirme en un renegado social, (de hecho, en esa linea estaba cuando coqueteaba con patria roja), porque viví injusticias, menosprecio, amenazas, racismo, etc. Vi con simpatía la teología de la liberación cuando era seminarista en un centro de estudios evangélico. Tenía el corazón amargado. Mi inclinación ideológica o filosófica no era muy racional. Era más bien emotiva. Y procuraba que mis razones se subordinen a ello. Pero la luz de Jesucristo pudo más.
El resentimiento social puede llevarnos a hacer cosas de las que luego nos arrepentiremos o tendremos remordimiento. En cambio, acercarse al Señor es el bien. Podemos levantarnos para hacer lo bueno. Sabiéndonos amados somos instrumentos de cambio en este mundo amargado y necesitado de cambios, de beneficios. Prudentes como serpientes, pero sencillos como palomas (Mt.10:16).
Sí, Jesucristo bendice. Y el agua de vida no se aparta del oro, mas nos lleva hacia él. Si fueran cosas opuestas, sin dudar escoger el agua será lo mejor. El agua es vida. Pero si renovamos nuestra mente, notaremos que se abrazan, que no es necesario pelear cuando el Dios del universo ha querido bendecirnos con todo. La mentira del diablo se presenta también pretendiendo oponer una verdad con otra. ¿Y no es que hay una raza superior? No. Hay variedad y color. Y así como resulta estúpido oponer a las razas, o al hombre y la mujer, puesto que son complementarios, resulta necio oponer bendiciones entre sí. El Perú es bendito. Somos libres, seámoslo siempre.

19/5/12

La gente más feliz de la tierra

¿Cómo reconoce usted a una persona feliz? ¿O qué características en su personalidad o en sus vivencias le parece que debe poseer una persona feliz? Jesús nos enseña el secreto de la felicidad. Pero como casi siempre, lo que él nos revela difiere de nuestros pensamientos. Leamos Mateo 5. Luego, pongamos por ejemplo a uno de los grupos que él sabe felices: Los que lloran. ¿Cómo pueden estos ser felices? Pero lo son, de acuerdo a la enseñanza de Jesucristo. ¿Cómo es que pueden serlo? Veamos.
Hay dos aspectos que debemos resaltar: Primero, que esta felicidad, por un lado, está mirando al futuro. "Porque ellos serán consolados". Y si consideramos que esa consolación viene de Dios mismo, pues ya podemos imaginar que será excelente. Pero hay otro aspecto. y conviene tomarlo en cuenta pues Jesucristo nuestro Señor ha dicho en presente: "Bienaventurados". El está hablando de un presente continuo. El está mostrando que esa felicidad, el disfrute, la satisfacción que responderá a la necesidad que tenemos los justos, la tenemos aquí. Y eso sucede muchas veces y de diversas maneras. Eso constituye lo que muchos llamamos "testimonio" refiriéndonos a algo hermoso, sobrenatural, especial, que el Señor hizo en nuestras vidas. 
Casi siempre, un testimonio surge en medio de las dificultades de la vida. Por ello, parte de nuestra felicidad es la presencia de Dios. La acción de Dios en nuestra humilde vida. Recuerdo muchos preciosos momentos en que Dios obró en mi vida. Y cuando recorro en mis recuerdos esas obras maravillosas, reconozco una dificultad, necesidad o angustia. No siempre, pero allí están. Y en otros casos, no fue dificultad o sufrimiento mío, pero el de alguien que amo, el de algún prójimo que se acercó por ayuda. 
Por ejemplo, recuerdo aquella vez que mi hermano menor fue atropellado por un trailer articulado. Gracias a Dios no le aplastó la cabeza, pero la arrastró en el asfalto. Quiero decir que la llanta estuvo en su cabeza, empujándola. 
Cuando nos enteramos en casa, inició una pesadilla real. Todos lo que veían a mi desesperada madre preguntar por su pequeño hijo, no le daban esperanzas de vida. Al fin, llegamos al lugar al que fue llevado. El hombre que le recibió en emergencia estaba bañado en sangre. Yo estaba atónito. No lo podía creer. Tampoco podía llorar. Mi hermanito menor, el que nos alegraba a todos, el más engreído del barrio, la alegría de mis padres... Pero sobrevivió. Y aunque los doctores no dieron muchas esperanzas, vivió. Recibió un tratamiento intenso. Operaciones en el rostro, internas y externas, y luego un tratamiento para procurar volver su rostro a la normalidad. Cada vez que le visitaba, su rostro tenía variados colores. Su cuerpo también tuvo que ser reparado, pero lo peor fue en la cabeza. Entonces, al final, poco antes del alta, uno de ellos nos dijo que tendría un carácter difícil. Que tengamos mucha paciencia con él. Que era comprensible y que nada se podía hacer. Y así fue... porque tenía un dolor crónico en la cabeza. Así fue hasta que un día Dios obró. 
Cuando después de recibir la unción, el bautismo del Espíritu Santo, oramos por él, sucedió algo impresionante. Los huesos en la cabeza comenzaron a acomodarse. Crujían. Y por sus fosas nasales salió sangre negra, de no se qué lugar en el que habría estado alojada. Desapareció el dolor que tenía allí todo el tiempo. Y desde entonces su carácter cambió. Su rostro se recuperó y normalizó de tal modo que si usted ahora lo viese no se le ocurriría que alguna vez fue casi aplastado por un camión. Este fue un milagro de Dios. Y yo no lo olvido. Siempre que lo recuerdo doy gracias a Dios. Recuerdo las lágrimas de mis padres. Recuerdo las mías. Pero recuerdo sobre todo ese día en que fuimos consolados. ¡Gracias Señor! Porque en verdad sabes hacernos felices. Porque estas obras tuyas son una forma de decirnos que estás presente. Que nos amas. Y quien tiene esto, es feliz. Eres tú la fuente de nuestra felicidad amado nuestro. 
Cierto, lo mejor vendrá al final. Pero nuestra felicidad es también presente. Bendito el Señor que nos favorece.