20/1/08

La victoria nuestra de cada día

Los que estamos involucrados en la guerra de guerras (¿qué es la guerra de las galaxias ante esta?) tenemos clara nuestra meta: Vencer. También la tenemos segura. No se trata de vencer o perder. No hay opciones. Y no las hay porque el Hijo del Hombre ha vencido. Ha tomado el centro del poder y el Universo se ordena ahora desde su señorío. Perder es entonces inconcebible. No podemos perder. La unica forma de perder es... no luchar.
Cuando en Apocalipsis 21 (versos 7 y 8) se menciona a los que serán echados en un lugar horrendo, la lista la encabezan... los cobardes. Si de algo debemos huir, es de la cobardía. Aquella que entibia, que pretende convertirnos en traidores. Pero lo mejor es escupirla. Pisotearla. Y desdeñarla avanzando, caminando, luchando.
Puedes descansar en el Señor. Llorar si quieres. Y él renovará tus fuerzas. Pero no puedes detenerte en el camino o mirar atrás. Mira hacia adelante. No importa si "te sientes" un perdedor. Lo que importa es la verdad: desde la cruz, tu victoria está asegurada. La vida te pertenece. No dejes que una circunstancia temporal te engañe. Tú ya has vencido. Disfruta tu victoria en el señorío de Jesucristo. Levanta su Nombre en alto, como tu estandarte.
El te perdona, él te levanta. Solo pide. Como el pan, cada día pide por tus victorias. La guerra está ganada aunque algunas batallas parezcan desfavorecerte. El te da nuevas fuerzas. Prosigue. Ah, no olvides tu espada. Esa que puede dividir el alma y el espíritu, (¿láser? ¿energía nuclear?, eso déjalo para los hombres). El murió por tí. Ahora tú, ¡vive por él!

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