12/2/12

Mi amigo Jaime

Tendría yo unos quince años, y cursaba una de esas crisis que suelen llegar sin aviso. Mis amigos estaban lejos, ausentes. Fue una experiencia de días solitarios. No porque no estuviesen sino porque estaban ausentes como amigos.
Jaime no era un joven inteligente. No era muy sagaz ni muy hábil. No era el mejor peleador ni el mejor futbolista. Era un muchacho simplón y con ciertas dificultades como para terminar la secundaria. Pero era compasivo y leal.
Una tarde, ingresé de pronto a una calle, y sin que nadie me vea, me acerqué a un grupo que discutía respecto a mi persona. Y pude notar una defensa ardorosa y elocuente, que sorprendía por inesperada. Era nada menos que mi amigo Jaime. El único que todavía confiaba en mí. El único que podía defenderme sin amedrentarse. Entonces quedaba claro quién era realmente mi "pata" del alma.
Yo no le había valorado hasta ese momento. Muchas cosas podía corregirle a jaime. Muchos defectos tenía este muchacho. Muchos rezondrones se ganó en el tiempo que duró nuestra amistad. Pero si algo me hace recordarle con honor y con nostalgia, es que siempre pude ver en él a Jaime, mi amigo.
En todo tiempo ama el amigo, Y es como un hermano en tiempo de angustia.
Proverbios 17:17.

1 comentario: