7/3/14

María, la desconocida por muchos católicos

Estos días me encontré con una buena amiga. Ella siempre fue muy católica, así que era inevitable que tratemos algún punto controversial. Cuando hablamos de María, le dije que nosotros la amamos pero no podemos endiosarla o invocarla como si fuera una especie de Diosa, quitando además a Jesucristo su rol de mediador. 
Cuando ella me dijo que eso era resultado de la ignorancia de la gente, y asunto de la religiosidad popular, no pude evitar decirle que no. Que toda esa religiosidad popular que da culto a la virgen está enseñada, respaldada, iniciada y motivada por el Vaticano. 
¿Cómo no venerar o dar culto a una persona que es sobrehumana? Ella fue, supuestamente, concebida sin pecado original. Eso establece y enseña el Vaticano: 

Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, fue por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente en previsión de los méritos de Cristo Jesús, Salvador del genero humano, preservada inmune de toda mancha de culpa original, ha sido revelada por Dios, por tanto, debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles. (Dogma proclamado por el Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854, en la Bula Ineffabilis Deus).
Esto para mí es suficiente. Pero el asunto no se queda allí. A la gente se le enseña que ella es Madre del mismísimo Dios! Si uno más uno es dos, entonces ella es "la gran Diosa", y "mayor que Dios". ¿No es obvio? Y claro, ellos nos dirán que no es así, pero, ¿no es de este modo como la gente lo entiende? En la mente de la mayoría de los católicos, María es siempre más asequible que Jesús, (quien dicho sea de paso se ve con más gracia que el Padre). Así se distorsiona la imagen del Dios verdadero, el cual por su amor eterno envía a su Hijo para salvarnos, y se lleva a la gente a adorar, venerar o sencillamente servir, como usted quiera decirlo, a María. 
María, elevada por la gracia de Dios por encima de todos los ángeles y de todos los hombres, como Madre de Dios Santísima, es honrada por la Iglesia con un culto especial, que difiere esencialmente del culto de adoración que se rinde al Verbo Encarnado, así como al Padre y al Espíritu Santo... Ese culto enteramente singular la Iglesia lo aprueba y favorece." (Conc. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, nn.66 y 67).*
Todo este asunto no brota de las Sagradas Escrituras. Es decir, no veo allí a la madre de nuestro Señor Jesucristo. Y si usted le añade el ejemplo "consecuente" de las autoridades vaticanas (como se muestra en las fotografías), ¿qué cree usted que la gente va a creer? 
Lo que dice la Escritura respecto a María, es que era llena de gracia; bienaventurada y bendita entre las mujeres. Nada más. Una mujer. No una extraterrestre, no un ángel, no una "sin pecado concebida". Eso la Palabra de Dios solo le atribuye a Cristo. Y cuando a cierta persona se le ocurrió gritarle  a Jesús: "Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste", él sencillamente respondió: "Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan." (Lucas 11:27-28). ¿No le resulta tremendamente revelador?
María, la madre de nuestro Salvador, era una sencilla mujer de Israel. Piadosa, adoradora, ejemplar. No es la diosa madre, pues solo fue madre de Jesús en la carne, puesto que Dios, si es Dios y es eterno, no tiene madre, no tiene principio de días ni fin. De él y por él han recibido existencia todas las cosas. Y esto se dice de Jesucristo en las Escrituras. Claro, él es Dios con el Padre y el Espíritu Santo. Pero, ¿qué María es aquella a la que muchos veneran? De hecho, no es la madre de Jesús. 



* Comparar con Concilio de Trento, DZ. 941, 952 y 984, y con el Concilio Vaticano II, Const. dogin. Lumenn gentiumi, n.66 y, S.Th., II-II, q.103, a.4.

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