6/8/16

Sin cómplices, ¡#ningunomenos!

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Cuando surgía alguna señal de abuso machista en su familia, mi suegrita visitaba a la pareja aludida de inmediato para poner las cosas en su sitio. No podía permitirse sólo enterarse del asunto y escandalizarse, sorprenderse o apenarse pasivamente. Y algo de esto debería hacer la Policía. Porque si se hubieran considerado las denuncias hechas por mujeres, para haber hecho por lo menos una visita a la familia, hubiera sido, si no una solución, un acto disuasivo para redargüir al abusador y respaldar a la víctima. El nuevo Ministro debería establecer un protocolo de inmediato apoyo a la denunciante. 
Comentábamos también con mi esposa la defensiva y agradable actitud de Helga, nuestra hermana en la fe, ante la violencia que vivió su empleada por parte de su esposo. Fue a su casa, la ayudó y respaldó junto con sus hijos, hasta que tuvo la debida atención en el Ministerio de la Mujer, (porque al comienzo fue sumamente escandalosa la actitud de una persona que en ese organismo público debiera haberla defendido). 
¿Qué tipo de educación han tenido los feminicidas? ¿Qué madre? ¿Vivieron ellas con ese tipo de padre también? De hecho, hay mucho que hacer en los hogares. Cuando uno  de mis hermanos, Peter, observando la violencia de un hombre contra su pareja, decidió intervenir, se encontró con que al poco rato ella defendía a su agresor y le increpaba el haberse involucrado. Y no es el único caso. He oído de otros semejantes. Entonces, pregunto: ¿por qué esas mujeres actúan de esa manera? ¿Qué conceptos y sentimientos las hacen proceder así? 
Quizá parte de la explicación se encuentre en las canciones de ese grupo musical cuya ex integrante fue muerta al parecer a golpes... Las letras de sus canciones eran de lo más misóginas... pero cantadas por una mujer. Letras en que ella aceptaba el abuso varonil y prometía sometimiento rogando al varón que se quede.. ¡?! ¿Una enfermedad social? ¿Cultural?
Las cosas no cambian si no hacemos nada. Y hay mucho que cambiar en nuestra sociedad, en nuestra cultura. Eso implica al gobierno, con los organismos públicos, pero también a ti y a mi. Si no hacemos nada, nos vamos convirtiendo en cómplices. Y esto no sólo en relación a la violencia contra la mujer. También en relación a la violencia contra los niños, (pasando por el tema de las adopciones gay y la nueva educación que pretenden imponer los que propugnan la ideología de género), la violencia contra los que están por nacer, (abortos), la delincuencia, la violencia islámica, etc. 
Los gobiernos no tienen los principios suficientes con los que combatir estos males. Ya lo dije antes: será sabio que los gobiernos cuenten con las iglesias. Quiero decir, con la palabra de Dios enseñada e inculcada no sólo en centros de rehabilitación sino también en los hogares. Si los gobiernos no se rinden a Cristo, se rendirán ante otros poderes...

* Imagen tomada de https://lauraanneayres.files.wordpress.com/2016/01/ostrich-sand.jpg?w=676

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