12/2/12

Mi amigo Jaime

Tendría yo unos quince años, y cursaba una de esas crisis que suelen llegar sin aviso. Mis amigos estaban lejos, ausentes. Fue una experiencia de días solitarios. No porque no estuviesen sino porque estaban ausentes como amigos.
Jaime no era un joven inteligente. No era muy sagaz ni muy hábil. No era el mejor peleador ni el mejor futbolista. Era un muchacho simplón y con ciertas dificultades como para terminar la secundaria. Pero era compasivo y leal.
Una tarde, ingresé de pronto a una calle, y sin que nadie me vea, me acerqué a un grupo que discutía respecto a mi persona. Y pude notar una defensa ardorosa y elocuente, que sorprendía por inesperada. Era nada menos que mi amigo Jaime. El único que todavía confiaba en mí. El único que podía defenderme sin amedrentarse. Entonces quedaba claro quién era realmente mi "pata" del alma.
Yo no le había valorado hasta ese momento. Muchas cosas podía corregirle a jaime. Muchos defectos tenía este muchacho. Muchos rezondrones se ganó en el tiempo que duró nuestra amistad. Pero si algo me hace recordarle con honor y con nostalgia, es que siempre pude ver en él a Jaime, mi amigo.
En todo tiempo ama el amigo, Y es como un hermano en tiempo de angustia.
Proverbios 17:17.

6/2/12

Soy un pecador

He dado diversas razones de por que creo en Jesucristo, pero pienso que una de las que mejor expresa mi necesidad de el es que soy un pecador.
Muchos evaden esta verdad. Yo la veo en cambio con suma claridad en mi vida. Para el.los es pecado hablar del pecado. Les parece retrogrado. Pero es tan natural, tan terreno...
Otros suponen que esto es una excusa para darse las mas insolitas licencias. Pero en este caso lo estoy sencillamente reconociendo en una declaracion que procura honestidad.
El pecado es real. El pecado existe. El pecado es mortal, sucio, fatal, sutil, engañoso, homicida, destructivo... he probado en alguna medida sus repulsivos y desgraciados efectos.
Por eso creo en Jesucristo! El ha llevado cada uno de mis pecados en la cruz. El ha pagado cada una de mis transgresiones. Como no seguirle si es el unico que puede darle verdadera paz al que es un pecador como yo?
Mi Señor y mi Salvador eres tu Jesus de Nazaret.

Pr. Carlos
koreshir.webs.com

11/1/12

De manos alzadas

Las batallas dependen de manos levantadas al cielo. Estas manos dicen que no somos auto suficientes, y que cualquier esfuerzo nuestro tendrá buenos resultados si dependemos de El. También declaran que tenemos acceso al poder más fuerte, a la autoridad más alta.
El cielo se une a la tierra. Hay una conexión, un paraíso en nuestro entorno inmediato creándose allí. Cuando veo esas manos y sus rostros que buscan y encuentran, pienso que hay fe en la tierra. Aún...
La ira, el enojo, la rebeldía y la guerrilla, la violencia y los dolores se esparcen donde no están esas manos; donde no hay un justo que se encuentre con el Grande y Misericordioso. Pero puede haber mucha gracia, sobre el más impío, si alguien se torna favorable en una oración que alcance ese lugar más distante que las estrellas, pero tan al alcance de esas manos levantadas.
El cielo no está lejos. El reino de Dios está entre nosotros. Busca esas manos. Y el nombre del Hijo pronunciado. Allí puedes vivir.

1/12/11

Gratitud

He visto muchas veces gestos de ingratitud. Personas, ministerios... Recuerdo que fuimos de bendición para iglesias o congregaciones, que estuvieron muy mal y que necesitaban restauración. Pero luego de recibir lo que necesitaban sencillamente olvidaron lo que hicimos. También personas a quienes fuimos de bendición.
Parece que la ingratitud o la falta de valoración es algo que no solo se da en el mundo. También se da en las iglesias. En estos casos, es más sorprendente y doloroso. No esperas eso de tus hermanos. Y pienso que eso no debe persuadirnos a dejar de hacer el bien. Pero también pienso que eso causará fuertes daños a la iglesia del Señor si no lo corregimos. Es por tanto necesario que nos arrepintamos y volvamos a la gratitud. Primero, gratitud para con Dios. Luego, también con el prójimo.
Respecto a Dios, la gratitud produce adoración, alabanza, acción de gracias. Y servicio por supuesto. La ingratitud en cambio procede de un corazón orgulloso y auto suficiente. ¿Quiere ver una iglesia agradecida? Concéntrese en su alabanza, en su adoración y en su servicio.
El ingrato no es solo eso sino que es vanidoso. Se concentra en sus virtudes y justicias o méritos. Seguramente tiene alta autoestima, pero no está bien ante los ojos de Dios, por lo que será humillado. Y eso es lo que Santiago advierte:

¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente? Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará. Santiago 4:5-10.

Y puesto que esa ingratitud divide, el consejo es:

Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. Colosenses 3:15.

La ingratitud es señal de soberbia. Y cuando eso se comienza a manifestar no solo produce dolor en nuestro Dios, sino indignación y castigo:

Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí. Isaías 1:2.

Nos conviene ser agradecidos. Pero antes que eso, ¿no es lo justo? Si vivimos es por la gracia de Dios. Y lo que es de gracia no es un pago merecido. Así es con toda bendición. Y si lo que recibimos no lo merecimos, ¿no debemos ser agradecidos? Seamos justos, seamos fieles. Encuentre nuestro Dios un corazón agradecido en cada uno de nosotros.
Dios le bendiga.