12/2/11

Tengo el orgullo de ser...

Una conocida canción peruana comienza con la frase: "Tengo el orgullo de ser peruano y soy felíz,..." Y sí, como muchísimos peruanos, me alegro de haber nacido en esta tierra del sol. Pero no me enorgullece tanto el ser peruano cuando puedo reconocer las falencias y pecados de mi país. No me malentienda. Puedo decir lo mismo respecto a mi raza, a mi nación, (entiéndase ascendencia, linaje, tribu, familia), a mi color y aún a mi propia humanidad. ¿Sabe por qué?, porque todas estas cosas son adjetivas, relativas, complementarias.
El nacionalismo per se no considera esta falencia que acabo de mencionar. Tampoco el socialismo o comunismo, desde su perspectiva clasista. Y así puedo mencionar muchos "ismos". ¿Cómo suponer que es intrínsecamente bueno, o positivo, o superior, un color, o una raza, una clase, una nación, etc.? Pienso que no hay características de sangre y carne en las que debamos enorgullecernos para defenderlas a ultranza. Existen cosas mejores, más internas y esenciales, como los valores y principios, que pueden caracterizar a las personas de modo tal que valgan realmente. Suficiente para no disfrazar la baja autoestima con orgullo, pero para vivir con convicciones que resultan en el bien de todos.
Hace algunos años me sentí orgulloso de tener un bisabuelo judío. Luego, conociendo la Palabra del Todopoderoso, me encontré con Deuteronomio 7:7-8, que dice:

No por ser vosotros más que todos los pueblos
os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más
insignificante
de todos los pueblos; sino por cuanto Jehová os
amó
...
¿No es un golpe directo al rostro del orgullo? Claro, aquí, al orgullo judío. Y entonces entendí, que si de algo ha de enorgullecerse un verdadero judío, un verdadero cristiano, y un buen peruano, es de ser amado por Dios. Y esta es mi gloria. Me alegro entonces, de aquél himno que afirma que "antes niegue sus luces el sol, que faltemos al voto solemne que la patria al Eterno elevó".
Tengo el orgullo de ser amado por El a tal punto que su Hijo murió por mí para hacerme libre. El es mi libertador.
Sí. Me enorgullece ser peruano. Pero de aquellos peruanos que estamos decididos de por vida a renovar "el gran juramento que rendimos al Dios de Jacob". Porque no se trata solo de ser peruanos, (lo dice el himno antes que yo), sino de ser libres, y de serlo ¡por siempre!

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Carlos,
δουλος ιησου χριστου, κλητος αποστολος
 Iglesia del Espíritu Santo
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