24/2/20

El código Da Vinci y los gnósticos “evangelios” de Nag Hammadi (2)

Los gnósticos y el mentiroso mensaje de un falso código

Desde hace tiempo se viene realizando una campaña anticristiana que pretende desautorizar la Biblia. El llamado “Código da Vinci”, un repugnante libro que de manera novelesca pretende desautorizar no solo la doctrina católica sino la cristiana en general y especialmente a la Biblia, es uno de los últimos manotazos. Es muy parecido a “La última tentación de Cristo” solo que pretende ser más serio y fundamentado. No es nada nuevo. La Biblia ha sido muchísimas veces atacada. Pero allí está: Firme, indeleble, estable, invariable, imborrable, indestructible.
Además de las cosas que refutamos respecto a los libros de Nag Hammadi, y puesto que lo que pretenden escritores y directores de obras como el “Código da Vinci” y el seudo-evangelio de Judas es dañar a la Iglesia (y aquí no me refiero a la católica sino sencillamente a la Iglesia del Señor), y desacreditar las Sagradas Escrituras, es necesario mostrar sus errores históricos y teológicos:

La mentira respecto a la Trinidad y la divinidad de Cristo

Tratamos esto primero porque en esta mentira Brown pretende asir las otras. Según el autor del pérfido libro, el concilio de Nicea del año 325 marcó la deformación del cristianismo. Antes de esta fecha, el cristianismo era supuestamente un movimiento que aceptaba "lo divino femenino", que no veía a Jesús como Dios, que escribía “muchos” evangelios, y que luego el emperador Constantino, un “adorador del culto -masculino- al Sol Invicto”, se apoderó del cristianismo y para desterrar a "la diosa" y convertir al profeta Jesús en un héroe-dios solar, hizo desaparecer los evangelios que no le gustaban, y dejó sólo los cuatro evangelios que le cayeron bien. ¿Es verdad eso? Pues no:
  • La verdad es que en una carta al historiador Eusebio, Constantino ordenó la preparación de "cincuenta copias de las Sagradas Escrituras", pero en ninguna parte de la carta ordena que alguno de los Evangelios sea alterado a fin de hacer aparecer a Jesús como Dios. Y aun si lo hubiera hecho, habría sido prácticamente imposible lograr que los cristianos aceptaran este tipo de relatos. Brown insulta el testimonio de los mártires de la Iglesia y el testimonio de muchos que aún vivos fueron convocados al Concilio de Nicea. ¿Qué piensa ese hombre? ¿Pretende decirnos que aquellos que estuvieron dispuestos a dar su vida por su fe, de pronto estuvieron dispuestos a renunciar a ella solo porque el emperador lo dispuso así? Ni siquiera en tiempos de atroz persecución la iglesia renunció a su fe. Esto deben recordarlo los cristianos y también los impíos como Brown que dicen patrañas sin lógica. ¿Cómo habría podido Constantino cambiar la fe de nuestros hermanos en un concilio sin que se diesen cuenta centenares de obispos? Quizá en otro tiempo, pero no cuando estaba viva la generación que defendió su fe hasta la muerte. Muchos de los obispos de Nicea eran veteranos supervivientes de las persecuciones de Diocleciano, y llevaban sobre su cuerpo las marcas de la prisión, la tortura o los trabajos forzados por mantener su fe. ¿Iban a dejar que un emperador cambiase su fe?
  • Si el cristianismo antes del 325 hubiese sido como dice Brown, nunca habría padecido persecución puesto que habría encajado con otras religiones paganas. Si el cristianismo sufrió persecución, eso fue por no aceptar las imposiciones religiosas de la sociedad y del poder político, y por proclamar que sólo Cristo es Dios, con el Padre y el Espíritu Santo.
  • Si Constantino hizo lo dicho por Brown, tendríamos evidencias en los Padres de la Iglesia. Pero no hay una en absoluto. Tenemos en cambio copias de Mateo, Marcos, Lucas y Juan que son significativamente anteriores a Constantino y al Concilio de Nicea. Además, tenemos copias casi completas tanto de Lucas como de Juan en un códice fechado entre 175 y 225 d.C., (¡al menos cien años antes de Nicea!). Otro manuscrito, fechado alrededor de 200 d.C. o antes, contiene la mayor parte del Evangelio de Juan. Podemos comparar estos manuscritos de antes de Nicea con aquellos que siguieron al Concilio para ver si hubo alguna alteración. ¿Resultado? Ninguna.
  • Las versiones prenicenas del Evangelio de Juan incluyen algunas de las declaraciones más fuertes registradas sobre la deidad de Jesús (ej: 1:1-3; 8:58; 10:30-33; etc.). Es decir, ¡las declaraciones más explícitas de la deidad de Jesús en cualquiera de nuestros Evangelios ya se encuentran en manuscritos que antedatan a Constantino en más de cien años! Todos estos textos demuestran que el cristianismo antes del 325 no era como dice la novela y que los textos gnósticos eran ajenos a los cristianos como lo son ahora.
  • Cada uno de los Evangelios fue escrito en el primer siglo d.C. Si bien son, técnicamente, anónimos, tenemos evidencia bastante fuerte de escritores del segundo siglo, como Papías (c. 125 d.C.) e Ireneo (c. 180 d.C.), que atribuye cada Evangelio a su autor tradicional. Si su testimonio es verdadero (y tenemos pocos motivos para dudarlo), entonces Marcos, el compañero del discípulo Pedro, escribió la esencia de la predicación de Pedro. Y Lucas, el compañero del apóstol Pablo, investigó cuidadosamente y escribió la biografía que lleva su nombre. Finalmente, Mateo y Juan, dos de los doce discípulos de Jesús, escribieron los libros que se les atribuyen. Si todo esto es correcto, entonces los sucesos registrados en estos evangelios "están basados en el testimonio directo o indirecto de testigos oculares".
  • Craig Blomberg, un estudioso del Nuevo Testamento de Denver Seminary, observa que la introducción del Evangelio de Lucas "se parece mucho a los prólogos de obras históricas y biográficas de la antigüedad en las que la gente confía generalmente". Además, señala que, dado que Mateo y Marcos son muy similares a Lucas en términos de género, "parece razonable que la intención histórica de Lucas reflejaría muy estrechamente la intención de ellos".
  • Finalmente, Juan nos dice que escribió su Evangelio para que la gente pudiera creer que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y que, al creer, pudieran tener vida eterna en su nombre (20:31).
  • Nunca hubo “muchísimos evangelios”, como se afirma en la novela, y tampoco “miles de crónicas” sobre la vida de Jesús. [1]
  • Y ¿qué es lo que realmente sucedió en Nicea? En este concilio el debate era sobre las enseñanzas de Arrio, un sacerdote herético de Alejandría que desde el 319 enseñaba que Jesús no era Dios, sino un dios menor. De unos 250 obispos, sólo dos votaron a favor de la postura de Arrio, mientras que el resto afirmaron lo que hoy se recita en el Credo, que el Hijo de Dios fue engendrado, no creado y que es de la misma naturaleza (substancia, homoousios) que el Padre, es decir, que Dios Hijo es Dios, igual que Dios Padre también es Dios, un mismo Dios pero distintas Personas. Pese a esta unanimidad de los padres conciliares, el historiador Teabing en la novela dice que Cristo fue "designado Dios" ¡por un estrecho margen de votos! Su blasfemia y error respecto a la divinidad de Jesús Brown afirma que ningún cristiano pensaba que Jesús era Dios hasta que el emperador Constantino lo deificó en el concilio de Nicea del 325. Si ese autor pretende decir que Jesús se casó, es al fin y al cabo porque pretende negar la Divinidad de Cristo. Y luego afirma que los cristianos del primer siglo no creían que Jesús fuese Dios. Esta es la mentira central. Según Brown, la doctrina de la deidad de Cristo fue producto originalmente de una votación en el Concilio de Nicea, como vimos. Asegura que "hasta ese momento de la historia, Jesús era considerado por sus seguidores como un profeta mortal . . . un gran y poderoso hombre, pero un hombre al fin de cuentas". No obstante:
  • El Concilio de Nicea se reunió en 325 d.C. Para entonces, los seguidores de Jesús ya habían estado proclamando su deidad por casi tres siglos. Nuestras fuentes escritas más antiguas sobre la vida y las enseñanzas de Jesús se encuentran en el Nuevo Testamento. Estos documentos del primer siglo afirman repetidamente la deidad de Cristo.
  • Un repaso a los evangelios canónicos, escritos casi 250 años antes de Nicea, muestra unas 40 menciones a Jesús como Hijo de Dios.
  • En su Carta a los Colosenses, el apóstol Pablo declaró: "Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo" (Colosenses 2:9; ver también Romanos 2:5; Filipenses 2:5-11; Tito 2:13).
  • Y el Evangelio de Juan dice de Jesús: "En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios... Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros" (Juan 1:1, 14).
  • Tito 2,13: "esperamos que se manifieste la gloria del gran Dios y salvador nuestro Jesucristo".


  • 2Pedro1,1: "Simón Pedro, sirviente y apóstol de Jesucristo, a aquellos que por la justicia de nuestro Dios y salvador Jesucristo han recibido una fe tan preciosa como la nuestra".
  • Además del Nuevo Testamento, hay también afirmaciones de la deidad de Jesús en los escritos de los Padres de la Iglesia pre-nicenos. Por ejemplo:
  1. Ignacio de Antioquía (principios del siglo segundo), escribió de "nuestro Dios, Jesús el Cristo".
  2. Carta a los efesios de San Ignacio de Antioquía, c.35-c.107 d.C.: "Pues nuestro Dios, Jesucristo, fue según el designio de Dios, concebido en el vientre de María, de la estirpe de David, pero por el Espíritu Santo".
  3. Diálogo con Trifón, San Justino Mártir, c.100-c.165 d.C.: "Si hubieses entendido lo escrito por los profetas, no habrías negado que Él (Jesús) era Dios, Hijo del único, inengendrado, insuperable Dios".
  4. Contra los herejes, libro 3, San Ireneo de Lyon, c. 130 -200 d.C.: "Él (Jesucristo) es el santo Señor, el Maravilloso, el Consejero, el Hermoso en apariencia, y el Poderoso Dios, viniendo sobre las nubes como juez de todos los hombres".
  5. Exhortación a los griegos, de San Clemente de Alejandría, 190 d.C.: "Sólo Él (Jesús) es tanto Dios como Hombre, y la fuente de todas nuestras cosas buenas".
  6. El alma 41:3, por Tertuliano, año 210 d.C.: "Sólo Dios está sin pecado. El único hombre sin pecado es Cristo, porque Cristo también es Dios".
  7. Las doctrinas fundamentales 1:0:4; por Orígenes, c.185-c.254 d.C.: "Aunque (el Hijo) era Dios, tomó carne; y habiendo sido hecho hombre, permaneció como era: Dios".
  • Hay también un testimonio no cristiano del segundo siglo de que los cristianos creían en la divinidad de Cristo. En una carta de Plinio el Joven al emperador Trajano, fechada alrededor de 112 d.C., Plinio dijo que los primeros cristianos "tenían la costumbre de reunirse en cierto día fijo... en el cual cantaban... un himno a Cristo, como a un dios". Está claro que los cristianos creían en la deidad de Cristo antes del Concilio de Nicea.

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